¿A qué estamos jugando? (Reflexiones Pandémicas)

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Por José Manuel Gómez 

Mientras escribo estas palabras, México afronta los estragos de la tercera ola de contagios de la pandemia de COVID-19 provocada por el SarsCov2, a pesar de que las diferentes vacunas creadas por  farmacéuticas de todo el mundo se han convertido en poderosas herramientas para plantar de cara la emergencia biológica, la variante Delta surgida en la India, ha supuesto un nuevo reto para los sistemas sanitarios de todo el orbe, ya de por sí llevados al límite por los primeros embates del padecimiento y una economía puesta en jaque,  resultado de los confinamientos sanitarios que se tomaron como medida para mermar su avance.

El coronavirus surgido en la ciudad china de Wuhan, ha trastocado la vida de las personas en formas imposibles de imaginar a finales del 2019 cuando apenas era una nota de relleno en la sección de información internacional de los telediarios, ha costado cantidades incalculables de dinero, ha puesto a un sinnúmero de personas al borde de la miseria y lo que es más triste ha cobrado la vida de millones de víctimas, ha destruido familias y ha truncado sueños. De acuerdo con cifras oficiales de la Agencia de Salud de la ONU, el COVID-19 ha cobrado la vida de casi 4 millones de personas, aunque la Organización Mundial de la Salud estima que el número real de muertes pudiera ser 2 o 3 veces superior a los 3.4 millones de fallecimientos notificados actualmente, según explica el informe sobre las Estadísticas Sanitarias Mundiales 2021.

Y es que con el aumento de los decesos en América Latina y en Asia a medida que se extienden las nuevas variantes, es probable que haya un importante subregistro del total de muertes atribuidas directa e indirectamente al COVID-19.

Con todo esto a cuestas, con la tristeza por los ausentes y con la esperanza de que tarde o temprano ganemos la batalla a la contingencia, nos vemos obligados a la reflexión, es innegable que el mundo que conocíamos previo a la pandemia llegó a su fin y al que regresaremos,  posterior a ella, aún se encuentra en gestación. Todas las naciones, incluyendo la nuestra, deben hacer un profundo análisis de las decisiones tomadas, de las estrategias elegidas y de los resultados obtenidos.

La pandemia desnudó las carencias que todas las naciones escondían bajo la mesa y México no fue la excepción, un sistema de salud frágil, abandonado a su suerte por décadas y plagado de opacidad y corrupción. Nuestro país actualmente ocupa el cuarto lugar a nivel mundial en muertes confirmadas con 248 mil decesos, además, es una de las naciones que mas personal ha perdido a causa de la enfermedad, un estudio realizado por la UNAM, reveló que México es primer lugar de América en defunciones de personal de la salud con un total de 4 mil 84 casos registrados, casi 40 por ciento del total en el continente, hasta el pasado 21 de julio, 46 por ciento eran médicos; 30 por ciento fueron otros trabajadores de la salud; 19 por ciento personal de enfermería, 3 por ciento de odontología, y 2 por ciento laboratoristas.
Desde aquel 27 de febrero de 2020 en que se tuvo conocimiento del primer caso de coronavirus en nuestro país, la estrategia en el manejo de la pandemia ha estado en el ojo de la opinión pública, el gobierno ha mostrado errores claros, su falta de precisión en los pronósticos de muertos, la resistencia a recomendar el uso de la mascarilla, el Presidente de la República desestimando la gravedad de la situación, usando imágenes religiosas como medida de protección y la elección de un “zar” contra la enfermedad que eligió la política por sobre la ciencia médica, fueron el caldo perfecto para una contingencia que sobrepasó todas las estimaciones posibles.

Y eso,  inevitablemente hizo estragos en otros aspectos de la vida cotidiana. El gobierno federal ha elegido repetidamente la actividad económica por sobre la cuestión médica, sin entender realmente que en medio de esta crisis un aspecto va íntimamente ligado al otro, de acuerdo con información del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) el número de personas en situación de pobreza aumentó en 3.8 millones de personas en comparación con 2018, periodo en el que inició la actual administración.

Por otro lado, el encierro, el estrés y la crisis económica generado por la pandemia podría incrementar hasta en 20 por ciento los suicidios en México y la población más vulnerable es la más joven, algo de lo que se tendrá que ahondar más, antes de que estemos en medio de una tormenta dentro de otra tormenta.

Nestro papel como ciudadanos y miembros de una sociedad debe madurar y ser más participativos, en años por venir, cuando estemos ante una boleta electoral no podemos seguir ignorando las necesidades fundamentales, ningún aspirante a funcionario público debe obtener un voto más, si no presenta planes sólidos para fortalecer nuestras instituciones de salud, garantizar verdaderamente el acceso de todas las personas en especial de las más pobres a servicios médicos, robustecer la inversión en ciencia y tecnología,  así como en educación y cultura, crear una relación más estrecha entre gobierno y empresas, para prevenir crisis de empleo como las que hemos visto. Tantas cosas que de las que nos vemos obligados a hablar en próximas oportunidades.

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