Por Norma Elena García
Una vez más el 19 de septiembre llegó y volvió a dejar una huella en el inconsciente colectivo de todos nosotros que será difícil de borrar, esta fecha ha adquirido un aura trágica, o más bien siniestra, haciendo que uno entre en pánico tan sólo de pensar que con la llegada de tan aciago día, el suelo comenzará a moverse y/o los edificios se desplomarán, y la vida de nosotros y nuestros seres amados estarán en peligro.
Y en cierto modo es entendible, en casi cuatro décadas, desafiando la ley de las probabilidades, tres sismos de magnitudes similares, casi a la misma hora han hecho retumbar el suelo mexicano, llevándose la vida de centenares de personas, desnudando eso sí, los negros acuerdos detrás de las obras de construcción y claro está, dejando muestra de la capacidad de respuesta, para bien o para mal de nuestras autoridades, sin dejar de recordar la resiliencia de un pueblo que ante la adversidad se mantiene unido y solidario ante las catástrofes.
Sí, es imposible olvidar que se conmemora el día 19 de septiembre, sobre todo cuando la naturaleza se empeña en recordárnoslo, pero sólo tenemos en la memoria imágenes segmentadas: los binomios caninos, los rescatistas, los edificios derrumbados y el terror que sentíamos al ver esas ruinas al saber que tenían seres vivos atrapados en sus entrañas, pero olvidamos el panorama general.
Luego de 37 años del primer sismo, de 5 años y de 24 horas del tercero, no hemos aprendido realmente nada, a pesar de ser el país quizás más sísmico del mundo, no hemos destinado suficiente presupuesto para investigar acerca de movimientos telúricos, tampoco hemos innovado en nuevos materiales de construcción para minimizar el riesgo de colapso, no hemos podido impulsar una verdadera cultura de la prevención de desastres, y tampoco hemos logrado aterrizar una difusión responsable sobre la información, todavía teorías conspiratorias, ensueños proféticos basados en las escrituras, sin darle voz a los verdaderos expertos.
Que nos quede claro, el 19 de septiembre es sólo una fecha en el calendario, predecir la llegada de un terremoto es punto menos que imposible, solamente preparándonos para su llegada, es que estaremos realmente a salvo de los terribles efectos de éste o de otros fenómenos de la naturaleza.
Y para eso, nosotros como sociedad tenemos que estar plenamente conscientes, y unidos en un bien común, hagamos esto ahora antes del próximo 19 de septiembre.